
Termas de Panimávida: historia viva de aguas sanadoras… y una inscripción polémica
Por lavozdelinares.cl
Ubicadas al oriente de la comuna de Colbún, las termas de Panimávida son uno de los balnearios más antiguos de Chile. Con más de 140 años de historia, estas aguas minerales han sido símbolo de salud, descanso y turismo. Pero también han sido escenario de una historia poco conocida: la inscripción de las termas como propiedad privada por un particular, en pleno siglo XX.
La fama de Panimávida comenzó a crecer a fines del siglo XIX, cuando el Gran Hotel Termal fue inaugurado en 1875. Recibía a miembros de la aristocracia y personalidades políticas que llegaban desde Santiago buscando sanación natural, pero las aguas, utilizadas desde mucho antes por campesinos y comunidades rurales, fueron vistas siempre como un bien común. Es decir, parte del territorio y no de nadie en particular.
La polémica inscripción
A comienzos de la década del 70, un hombre llamado Guillermo Donoso, que trabajaba en la administración del hotel, sorprendió a la comunidad al inscribir a su nombre los terrenos donde emergen las aguas termales, incluyendo el pozo de origen.
Según testimonios recogidos por vecinos y documentos públicos de la época, Donoso aprovechó un vacío legal y la desidia del Estado para realizar la inscripción en el Conservador de Bienes Raíces de Linares. No hubo oposición formal, y el trámite quedó registrado como legal.
“Fue una apropiación silenciosa. Nadie sabía que se podía hacer algo así. Muchos se enteraron cuando ya era demasiado tarde”, recuerda un antiguo funcionario municipal que prefirió no dar su nombre.
Desde entonces, la propiedad de las termas ha estado en disputa simbólica y política. Aunque hoy el lugar opera bajo concesiones y acuerdos comerciales, la base del conflicto sigue viva: ¿puede alguien ser dueño de un recurso natural como el agua termal?
Llamado a declararlas bien nacional
En los últimos años, grupos ciudadanos y ambientalistas han exigido que las Termas de Panimávida sean reconocidas como Bien Nacional de Uso Público. La idea no es expropiar a nadie, sino garantizar que las aguas no puedan ser explotadas sin control ni acceso público.
“Esto no es solo negocio, es identidad. Panimávida no puede depender de una firma privada. Debe ser protegida como patrimonio de todos”, afirma la antropóloga local Claudia Marín, autora de un estudio sobre el valor cultural de las termas.
Fotgrafía Memoria Chilena (https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-588693.html)