
Por La Voz de Linares
Este domingo, mientras en muchos hogares se compartía el pan del desayuno o se disfrutaba la quietud del descanso, una noticia estremeció suavemente a quienes alguna vez se detuvieron a escuchar con el corazón: Gastón Soublette, pensador profundo, filósofo, musicólogo y maestro de generaciones, falleció a los 98 años en la localidad de Limache.
La verdad es que su partida no es solo una nota triste más, es el cierre simbólico de una era marcada por la búsqueda de sentido, por el amor a la cultura popular y por la defensa obstinada de aquello que hace vibrar el alma de un país.
Soublette no era un académico cualquiera, quienes lo conocieron o leyeron sus textos saben que su voz tenía algo de río antiguo: pausado, profundo, pero constante, Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales 2023, su nombre no solo brilla en los registros oficiales, sino también —y quizás más importante— en la memoria de miles de personas que aprendieron a mirar Chile con ojos más sabios gracias a él.
Y es que si hay algo que caracterizó a Soublette fue su capacidad de leer entre líneas, de descubrir belleza y sabiduría en la cueca, en un refrán campesino, en un viejo grabado o en una leyenda mapuche, nunca despreció lo sencillo, al contrario, allí encontraba verdades eternas.
La Seremi de las Culturas de Valparaíso escribió con emoción que “se nos fue el sabio de la tribu”, recordando su faceta de activista por las causas ambientales y su conexión íntima con Limache, ese rincón donde decidió habitar y pensar, lejos del ruido, cerca de lo esencial.
El Museo Violeta Parra, con quien compartió más que afinidades intelectuales, lamentó su partida como la de un amigo y colaborador entrañable, porque sí, también fue eso, amigo de Violeta, de músicos, de poetas, de estudiantes que veían en él algo más que un profesor.