
La tarde del domingo 25 de mayo, Puerto Varas vivió algo impensado. Eran cerca de las 15:30 horas cuando el cielo cambió de ánimo, y el viento —que tantas veces ha sido parte del paisaje sureño— se transformó en un visitante inesperado y feroz, un tornado, sí, un tornado en plena Región de Los Lagos, azotó el centro de la ciudad con una fuerza que dejó a todos atónitos.

La Dirección Meteorológica de Chile confirmó que se trató de un tornado tipo EF-1, con ráfagas que alcanzaron entre 139 y 178 kilómetros por hora. Pero más allá de la cifra, lo que quedó fue el estremecimiento de una comunidad que aún no logra entender del todo lo que vivió.

Los daños fueron evidentes: techos arrancados como si fueran hojas secas, autos volcados, casetas destruidas, vidrios estallados que volaron hasta los rincones más insospechados, la ciudad quedó con cicatrices, “era como ver papel volando, las latas daban vueltas en el aire”, relató con la voz aún temblorosa un vecino del sector afectado. “Primera vez que vemos algo así… fue terrible”.
Claudio Vidal, dueño de una agencia de turismo en el centro, compartió con Cooperativa el desconcierto del momento: “Como era domingo, estábamos descansando. Cuando llegamos, estaba la escoba. Los vidrios llegaron hasta el baño. Gracias a Dios, no había nadie trabajando. Todos los locales resultaron dañados”.
Y es que este tipo de fenómenos simplemente no son parte del repertorio climático habitual de Puerto Varas, el sur de Chile está acostumbrado a la lluvia, al frío, al viento… pero no a esto.
“Nunca habíamos visto algo así”, se repitió entre los vecinos, con una mezcla de asombro y temor la verdad es que el paisaje idílico de lagos y volcanes se vio, por un momento, sobrepasado por una fuerza salvaje e impredecible.
La Dirección Meteorológica también emitió una alarma por inestabilidad atmosférica, advirtiendo de la posibilidad de tornados y trombas marinas en las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos, según señalaron, esta condición podría generar fuertes precipitaciones, granizos y fenómenos repentinos.
Hoy, mientras los vecinos de Puerto Varas comienzan a recoger los restos de un domingo que se volvió histórico —aunque por razones dolorosas—, el país entero los observa con empatía, porque lo vivido allá, en ese rincón tan querido del sur, es un recordatorio de que el clima está cambiando, y que, a veces, la naturaleza también sacude lo que parecía firme.
Puerto Varas sigue en pie, pero más alerta. Y con una herida que, aunque se cerrará con el tiempo, quedará en la memoria colectiva como una jornada de viento, susto y comunidad.
Mientras tanto para Linares tendremos lluvias por lo menos hasta el día de mañana.